Marta me permitirá que le posea el blog en su nombre para contar cómo ha ido la operación. Bueno, en primer lugar presentarme: soy Emilio, el afortunado novio de la perla de la que esta historia ocupa. Cuando Marta esté en condiciones, imagino que querrá retocar el relato para añadir o modificar algún dato.
Anoche Marta se tomó el tranquilizante, pero no consiguió quitarle la inquietud, y nos costó un poco conciliar el sueño. A las seis y pico, cuando nos levantamos, seguía igual de intranquila. Fuimos a la consulta, llegando puntuales a las ocho. Allí nos atendieron enseguida llevándonos a un cuartito de dos camas, donde le pidieron que se quitara toda la ropa a excepción de las bragas, los calcetines y las zapatillas, y se pusiera una bata. Le colocaron una redecilla en el pelo y en las zapatillas (más adelante subiremos fotos del conjunto que causará furor en la próxima temporada), y le pusieron la vía en la mano, operación que apenas notó, y a la que conectaron un suero salino normal. Después le tocó el turno a las gotas de dilatación, tres gotas distintas a intervalos de 15 minutos. A las 9 a.m. la sentaron en una silla de ruedas y se la llevaron a quirófano.
Al llegar a quirófano la transladaron a la camilla y le comentaron que, dada la magnitud de la operación iba a durar bastante, y que si lo prefería podía elegir que la anestesiaran de forma general. Ella preguntó qué haría el doctor, y éste le sugirió que dado que es muy joven y no tendría ningún problema de los que suele presentar la general, la mejor opción sería ésta.
Así pues, tendida boca arriba en la camilla le pusieron una mascarilla de oxígeno y le pidieron que respirara profundamente. Luego tuvo la sensación de que le conectaron algo a la muñeca (la anestesia), y al "momento" la estaban llamando a lo lejos "¡Marta, Marta, despierta, despierta!".
Ya eran las 12 p.m., y el cirujano (el doctor Manuel Peris, que no sé si llegó a intervenir junto con el doctor Francisco Ramos, que era en principio quien creíamos que iba a operarla) me visitó en la habitación, donde me comentó con un semblante serio y una voz grave que, dada la magnitud de la operación, la habían sedado con anestesia general, le habían implantado las sujeciones de silicona (lo cual implicará una operación posterior para extraerlas, en la cual se corre el riesgo de que la retina se vaya detrás de la sujeción, con su redesprendimiento consecuente) y que, aunque había quedado contento con la operación, era fácil que la retina quedara arrugada y se volviera a desprender; me dijo que las probabilidades de redesprendimiento eran del 60% (esperé para mis adentros que todo lo que tenía de pesimista lo tuviera de mañoso y formemos parte del exitoso 40%). Añadió que debería permanecer el mayor tiempo posible boca abajo y que (gracias al Monstruoso Espaguetti Volador) también podría estar de lado, echada sobre el ojo bueno.
Me dijo que mañana 17 de febrero tendría que ir a su consulta en el ambulatorio de Castellón (a menos que surgiera alguna complicación y tuviera que quedar ingresada), donde le retirarían la gasa que le habían puesto en el ojo y nos explicarían el procedimiento de curas a partir de entonces. También le pedí un número telefónico para poder consultarle cualquier incidencia.
Creo que comentó algún detalle más que ahora mismo no recuerdo, pero por precaución usé la grabadora del móvil para no olvidar nada, de forma que cuando Marta revise la entrada dentro de unos días podrá añadir lo que haya dejado por poner.
Durante el tiempo de la charla pasaron a Marta a la camilla que tenía en la habitación. Sentía mucho frío (a causa de la anestesia general), y uno de los médicos le metió un tubo de aire caliente bajo las sábanas que agradeció encarecidamente. Si la operación terminaba hacia las 12, no llegó a la habitación hasta una hora después, ligeramente amodorrada y terriblemente sedienta y con algo de hambre. Y mucho frío: le tendí todo lo que llevaba de ropa de abrigo propia hasta que nos acercaron una manta extra.
Una de las enfermeras nos explicó que podíamos incorporar un poco el respaldo, que ayudaría a que se despejara antes, y que no podía tomar nada hasta las 14:30 o las 14:45. Resignación... También se fijó en que el suero que llevaba puesto no goteaba bien (quizá por pinzamiento de la goma que le llegaba a la vía). Tras reposicionarlo, se lo "acabó" en cinco minutos.
Sintió leves molestias en el ojo, en forma de punzadas esporádicas, similares a las que sentía un par de horas después de la sesión de láser del primer día, pero con todo, una sensación más leve que la de tener la lentilla sucia (y en todo caso, una sensación pasajera que le sobrevenía sobre todo cuando movía el ojo dentro del párpado). Decidió tener los ojos cerrados, tanto para descansarlos como para no mover el bueno demasiado (el malo le seguiría inconscientemente).
Estuvo ladeada hasta las 14:45, hora en la que la enfermera le preguntó si tenía sed o hambre, y Marta casi le hace la ola con la retina y todo. Dos zumos y una natilla después le ayudé a levantarse para ir al baño un par de veces, siempre mirando hacia el suelo, y finalmente la jefa de planta preguntó si estaba lista para darle el alta, le quitarón la vía y los electrodos (que había tenido desenchufados todo el tiempo), le ayudé a vestirse con cuidado, y nos ayudaron a llevarla hasta la entrada en silla de ruedas.
La jefa de planta nos comentó que no nos preocupáramos por el trayecto en coche, que si antes o durante la operación se viera que la situación era mucho más delicada se habría optado por una cirugía con ingreso, lo cual no era el caso.
Junto a nosotros estuvo toda la mañana una pareja de cincuenta y pocos en la que ella venía por quinta vez a una operación de este estilo (de hecho, su operación era de cataratas provocadas por la operación de desprendimiento de retina anterior). Ella tenía otros problemas de salud que le habían provocado una infección generalizada y, como extra, una inflamación del nervio óptico con el subsiguiente desgarro. Un mes después de cicatrizarle el desgarro con láser, le sobrevino el desprendimiento (¿os suena la historia?). La primera operación fue del estilo de burbuja de gas, y me confesó que se sintió incapaz de llevar el postoperatorio a rajatabla, así que no llegó a estar boca abajo más que un breve rato el primer día.
Recibió el alta de esa operación unos tres meses después, y prácticamente a la semana le sobrevino un segundo desprendimiento en el mismo ojo. De vuelta a quirófano, de vuelta a otro tipo de burbuja de gas. Otro trimestre, y otro desprendimiento, en el que finalmente optaron por la silicona. Para entonces, había perdido muchísima visión (un 97%) y ni siquiera tenían previsto retirarle la silicona, por miedo a que perdiera lo poco que le quedaba. Le dejaron la esperanza de que algún tratamiento con nuevas terapias (células madre o lo que fuera) le pudiera devolver la retina a su sitio.
Por si no fuera poco, tuvo otro desprendimiento (sin desgarro esta vez) en el ojo que le quedaba, en el que esta vez la fijación parecía haber funcionado mejor, pese a que hacia los seis meses le apareció la catarata que venía a operarse esta vez.
Imagino que vería mi cara de angustia mientras me contaba todo esto, ya que puntualizó rápidamente que ella tenía bastantes problemas de salud secundarios, y que conocía algún caso en el que, tras la sujeción con silicona (que dijo que se suponía que era la que más garantía de fijación tenía, a pesar de sus desventajas al retirarla), el individuo en cuestión no había vuelto a tener problema alguno de este estilo.
A las 17:00 aproximadamente salimos del hospital, deseando que el postoperatorio sea lo menos aparatoso posible (el mero hecho de poder estar lateralmente supone un alivio enorme) y estudiando la posibilidad de adquirir una silla multifunción de terapia (como las usadas en masajes) de una tienda de Valencia, si esta parte posicional del postoperatorio se alargara más de un par de semanas. Su precio es de unos 190€ portes incluidos, así que es posible que merezca mucho la pena.
Ahora mismo está echada de lado en la cama, escuchando la radio, relajada y de bastante buen humor, pese a alguna punzada algo más fuerte que ha notado, ante la cual le daré un nolotil (obtenidos en el propio hospital, al igual que algunas gasas para limpiar algunas lágrimas con algo de sangre, normales en estos casos) en prevención de otros similares que puedan fastidiarle la noche. Toda la familia nos está echando un cable, así que por ese lado estamos más tranquilos. Sólo nos queda esperar a ver qué tal sale la próxima tirada de dados.
Mañana preguntaremos todo lo preguntable en la revisión (por ejemplo, la duración aproximada de la obligación de mantener la postura o por qué con la silicona también hay que estar o boca abajo o del lado contrario al del desgarro, suena antiintuitivo; con la burbuja de gas tenía su sentido).
Anoche Marta se tomó el tranquilizante, pero no consiguió quitarle la inquietud, y nos costó un poco conciliar el sueño. A las seis y pico, cuando nos levantamos, seguía igual de intranquila. Fuimos a la consulta, llegando puntuales a las ocho. Allí nos atendieron enseguida llevándonos a un cuartito de dos camas, donde le pidieron que se quitara toda la ropa a excepción de las bragas, los calcetines y las zapatillas, y se pusiera una bata. Le colocaron una redecilla en el pelo y en las zapatillas (más adelante subiremos fotos del conjunto que causará furor en la próxima temporada), y le pusieron la vía en la mano, operación que apenas notó, y a la que conectaron un suero salino normal. Después le tocó el turno a las gotas de dilatación, tres gotas distintas a intervalos de 15 minutos. A las 9 a.m. la sentaron en una silla de ruedas y se la llevaron a quirófano.
Al llegar a quirófano la transladaron a la camilla y le comentaron que, dada la magnitud de la operación iba a durar bastante, y que si lo prefería podía elegir que la anestesiaran de forma general. Ella preguntó qué haría el doctor, y éste le sugirió que dado que es muy joven y no tendría ningún problema de los que suele presentar la general, la mejor opción sería ésta.
Así pues, tendida boca arriba en la camilla le pusieron una mascarilla de oxígeno y le pidieron que respirara profundamente. Luego tuvo la sensación de que le conectaron algo a la muñeca (la anestesia), y al "momento" la estaban llamando a lo lejos "¡Marta, Marta, despierta, despierta!".
Ya eran las 12 p.m., y el cirujano (el doctor Manuel Peris, que no sé si llegó a intervenir junto con el doctor Francisco Ramos, que era en principio quien creíamos que iba a operarla) me visitó en la habitación, donde me comentó con un semblante serio y una voz grave que, dada la magnitud de la operación, la habían sedado con anestesia general, le habían implantado las sujeciones de silicona (lo cual implicará una operación posterior para extraerlas, en la cual se corre el riesgo de que la retina se vaya detrás de la sujeción, con su redesprendimiento consecuente) y que, aunque había quedado contento con la operación, era fácil que la retina quedara arrugada y se volviera a desprender; me dijo que las probabilidades de redesprendimiento eran del 60% (esperé para mis adentros que todo lo que tenía de pesimista lo tuviera de mañoso y formemos parte del exitoso 40%). Añadió que debería permanecer el mayor tiempo posible boca abajo y que (gracias al Monstruoso Espaguetti Volador) también podría estar de lado, echada sobre el ojo bueno.
Me dijo que mañana 17 de febrero tendría que ir a su consulta en el ambulatorio de Castellón (a menos que surgiera alguna complicación y tuviera que quedar ingresada), donde le retirarían la gasa que le habían puesto en el ojo y nos explicarían el procedimiento de curas a partir de entonces. También le pedí un número telefónico para poder consultarle cualquier incidencia.
Creo que comentó algún detalle más que ahora mismo no recuerdo, pero por precaución usé la grabadora del móvil para no olvidar nada, de forma que cuando Marta revise la entrada dentro de unos días podrá añadir lo que haya dejado por poner.
Durante el tiempo de la charla pasaron a Marta a la camilla que tenía en la habitación. Sentía mucho frío (a causa de la anestesia general), y uno de los médicos le metió un tubo de aire caliente bajo las sábanas que agradeció encarecidamente. Si la operación terminaba hacia las 12, no llegó a la habitación hasta una hora después, ligeramente amodorrada y terriblemente sedienta y con algo de hambre. Y mucho frío: le tendí todo lo que llevaba de ropa de abrigo propia hasta que nos acercaron una manta extra.
Una de las enfermeras nos explicó que podíamos incorporar un poco el respaldo, que ayudaría a que se despejara antes, y que no podía tomar nada hasta las 14:30 o las 14:45. Resignación... También se fijó en que el suero que llevaba puesto no goteaba bien (quizá por pinzamiento de la goma que le llegaba a la vía). Tras reposicionarlo, se lo "acabó" en cinco minutos.
Sintió leves molestias en el ojo, en forma de punzadas esporádicas, similares a las que sentía un par de horas después de la sesión de láser del primer día, pero con todo, una sensación más leve que la de tener la lentilla sucia (y en todo caso, una sensación pasajera que le sobrevenía sobre todo cuando movía el ojo dentro del párpado). Decidió tener los ojos cerrados, tanto para descansarlos como para no mover el bueno demasiado (el malo le seguiría inconscientemente).
Estuvo ladeada hasta las 14:45, hora en la que la enfermera le preguntó si tenía sed o hambre, y Marta casi le hace la ola con la retina y todo. Dos zumos y una natilla después le ayudé a levantarse para ir al baño un par de veces, siempre mirando hacia el suelo, y finalmente la jefa de planta preguntó si estaba lista para darle el alta, le quitarón la vía y los electrodos (que había tenido desenchufados todo el tiempo), le ayudé a vestirse con cuidado, y nos ayudaron a llevarla hasta la entrada en silla de ruedas.
La jefa de planta nos comentó que no nos preocupáramos por el trayecto en coche, que si antes o durante la operación se viera que la situación era mucho más delicada se habría optado por una cirugía con ingreso, lo cual no era el caso.
Junto a nosotros estuvo toda la mañana una pareja de cincuenta y pocos en la que ella venía por quinta vez a una operación de este estilo (de hecho, su operación era de cataratas provocadas por la operación de desprendimiento de retina anterior). Ella tenía otros problemas de salud que le habían provocado una infección generalizada y, como extra, una inflamación del nervio óptico con el subsiguiente desgarro. Un mes después de cicatrizarle el desgarro con láser, le sobrevino el desprendimiento (¿os suena la historia?). La primera operación fue del estilo de burbuja de gas, y me confesó que se sintió incapaz de llevar el postoperatorio a rajatabla, así que no llegó a estar boca abajo más que un breve rato el primer día.
Recibió el alta de esa operación unos tres meses después, y prácticamente a la semana le sobrevino un segundo desprendimiento en el mismo ojo. De vuelta a quirófano, de vuelta a otro tipo de burbuja de gas. Otro trimestre, y otro desprendimiento, en el que finalmente optaron por la silicona. Para entonces, había perdido muchísima visión (un 97%) y ni siquiera tenían previsto retirarle la silicona, por miedo a que perdiera lo poco que le quedaba. Le dejaron la esperanza de que algún tratamiento con nuevas terapias (células madre o lo que fuera) le pudiera devolver la retina a su sitio.
Por si no fuera poco, tuvo otro desprendimiento (sin desgarro esta vez) en el ojo que le quedaba, en el que esta vez la fijación parecía haber funcionado mejor, pese a que hacia los seis meses le apareció la catarata que venía a operarse esta vez.
Imagino que vería mi cara de angustia mientras me contaba todo esto, ya que puntualizó rápidamente que ella tenía bastantes problemas de salud secundarios, y que conocía algún caso en el que, tras la sujeción con silicona (que dijo que se suponía que era la que más garantía de fijación tenía, a pesar de sus desventajas al retirarla), el individuo en cuestión no había vuelto a tener problema alguno de este estilo.
A las 17:00 aproximadamente salimos del hospital, deseando que el postoperatorio sea lo menos aparatoso posible (el mero hecho de poder estar lateralmente supone un alivio enorme) y estudiando la posibilidad de adquirir una silla multifunción de terapia (como las usadas en masajes) de una tienda de Valencia, si esta parte posicional del postoperatorio se alargara más de un par de semanas. Su precio es de unos 190€ portes incluidos, así que es posible que merezca mucho la pena.
Ahora mismo está echada de lado en la cama, escuchando la radio, relajada y de bastante buen humor, pese a alguna punzada algo más fuerte que ha notado, ante la cual le daré un nolotil (obtenidos en el propio hospital, al igual que algunas gasas para limpiar algunas lágrimas con algo de sangre, normales en estos casos) en prevención de otros similares que puedan fastidiarle la noche. Toda la familia nos está echando un cable, así que por ese lado estamos más tranquilos. Sólo nos queda esperar a ver qué tal sale la próxima tirada de dados.
Mañana preguntaremos todo lo preguntable en la revisión (por ejemplo, la duración aproximada de la obligación de mantener la postura o por qué con la silicona también hay que estar o boca abajo o del lado contrario al del desgarro, suena antiintuitivo; con la burbuja de gas tenía su sentido).
mucho mucho mucho animo para marta y para ti... y que el post operatorio salga lo mejor posible, desde el otro lado del ordenador estamos unos cuantos pendientes de que todo vaya bien... y deseandoos lo mejor
ResponderEliminarÁnimos a los dos y Marta recupérate pronto, que la próxima vez que vayamos a comer no te pondremos a Bak cerca... o le pondremos una careta o algo para que el ojo no se resienta.
ResponderEliminarMarta, mi vida no tiene sentido sin tu blog, sin tus explicaciones tan profundas sobre los ejercicios del mentor, curate pronto y mucho animo pareja.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUchyy Uchy Uchyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!! Ánimo y paciencia! Además ya sabes lo que soñé.... Tú a estar "quietecita" que sino Emilio tiene órdenes estrictas de atarte.
ResponderEliminarBesos pareja
¡Hola! Emilio, muchas gracias por mantenernos informados, no sólo tú eres afortunado, también Marta por tenerte ahí para apoyarla y cuidarla :)
ResponderEliminarRespecto a la operación, me alegro de que haya salido todo bien, ahora lo más importante es llevar a rajatabla el postoperatorio, de eso depende fundamentalmente que esté dentro de ese 40% de éxito. Esa señora que tuvo una operación detrás de otra ya confesó uno de sus mayores errores, y al no respetar las indicaciones es muy probable que ella favoreciera gran parte de los problemas (nuevos desprendimientos, la catarata...).
En cuanto a las dudas sobre el porqué de mantener la cabeza hacia abajo, o en el caso de Marta permitirle ladearla al lado contrario del desprendimiento, creo que este post sobre el tratamiento del desprendimiento de retina, del magnífico blog Ocularis, aclarará todas las dudas.
El resumen es que ahora Marta tiene una burbuja de gas en el ojo que "flota" presionando la retina para que se mantenga colocada mientras cicatriza, así que cuanto más mantenga la burbuja en el sitio, mejor. Y mejor boca abajo, así evitará que el gas toque el cristalino y prevendrá la posible catarata. Creo que lo de la silla esa es una estupenda idea :)
Así que a cuidarse y llevarlo con paciencia, que es importantísimo.
¡Mucho ánimo!
La probabilidad de que te dé un desprendimiento de retina es muchísimo más baja de un 40%, y sin embargo ha ocurrido. Así que... un 40% no es un mal comienzo :-)
ResponderEliminarCompletado el paso 1 de la instalación. A por el paso 2.
Respecto a la camilla, yo creo que estar boca abajo no es tan incómodo como parece, si uno tiene el apoyo adecuado. Yo, de hecho, durante bastantes años dormí boca abajo (con la cara de lado por razones... nasales :-) ) y mi cama no era adecuada para ello en absoluto.
Si la camilla aumenta la comodidad de la sujeta un 10%, píllala ya mismo. Si aumenta las posibilidades de éxito de un 40% a un 41%, viaja al pasado y pídela hace una hora. Y ya me imagino que no es cuestión de pelas, y menos con tanta gente alrededor que justamente os aprecia, pereo si lo fuere, abre una colecta aquí inmediatamente. Me encantaría.
Eso sí: si lo haces, ponle un botón de "Buy now!" como los de las subastas de EBay, porque yo no pienso andarme con medias tintas. Ponme a prueba, ya verás.
La verdad es que es un placer contar con gente como vosotros, ahí apoyando a una cuando lo necesita. Sois geniales. :)
ResponderEliminarMuchos besos para todos.
Cordial Saludo, llevamos 4 años ofreciendo equipos para recuperación de cirugías de retina y macula en Colombia, para mas información visita nuestro blog saludyconforts.blogspot.com, aquí podrá encontrar fotografías y vídeos de nuestros equipos.
ResponderEliminar