martes, 4 de diciembre de 2012

Nueva revisión

Ya han pasado casi tres años del desprendimiento. No sé muy bien si me parece mucho o poco, a veces pienso que llevo toda la vida viendo mal. Pero otras me acuerdo con nostalgia de cuando mi ojo estaba todavía bien y me parece que fue ayer.

La revisión fue corta, así que no tengo mucho que contar. Me habían dicho que me iban a hacer más pruebas para averiguar a qué se debe mi visión distorsionada. La prueba adicional que arrojó luz sobre el asunto fue un nuevo OCT, del que ya hablé en su momento. El OCT reveló que la capa superior de la retina aparece arrugada justo al lado de la zona macular, es decir, el centro. Presenta una superficie irregular que provoca que yo vea distorsionado y no sea capaz de distinguir la letra más grande de todas cuando me gradúan. La buena noticia es que es una arruga superficial y, por decirlo de algún modo, "maciza", es decir, no hay huecos peligrosos detrás. Si hubiera huecos, podría colarse el líquido intraocular detrás y empujar y desprender de nuevo la retina. Pero parece que no existe ese peligro. Sí existe, en cambio, el de que traccione y arranque la retina de su sitio. A ello se añade que, si no utilizo el ojo porque no es capaz de ver, lo lógico será que acabe extraviado.

El doctor comentó, sin mucha seguridad, que a veces esas arrugas desaparecen solas; otras veces, no. En cualquier caso, pasaré bastante tiempo así. No me habló de nuevas operaciones, supongo que el riesgo sería mucho mayor que dejarlo como está y esperar lo mejor. No descarto la posibilidad de volver al IMO a por una segunda opinión. Lo más probable es que vaya, ya os contaré.

Lo bueno es que el ojo sigue estable, no da guerra, y eso está bien. A ratitos intento entrenarlo un poco, porque aunque vea borroso y distorsionado, ve, y todo lo que pueda sacarle será muy bien recibido. Y quién sabe. A lo mejor se alisa solo... Cosas más raras han pasado, seguro. :-)

Dentro de seis meses, de nuevo a revisión. Tendréis noticias mías. ¡Un abrazo a todos!

miércoles, 3 de octubre de 2012

Operación de cataratas

Ayer tuve cita en el quirófano para operar la catarata que se me formó hace cosa de un año en el ojo izquierdo. El aspecto de mi ojo hoy es este:


Nada mal, ¿no? Considerando cómo había quedado tras las anteriores operaciones, esto es una maravilla.

La operación fue muy bien. Me operó el doctor Francisco Ramos, que tiene unas manos de oro el hombre, y en media hora o así ya había acabado. Ya le he dicho que un día de estos le llevaré bombones. A propósito de esto y como nota al margen, comentar que esta vez no me dieron nada de comer después de la operación. Es consecuencia de los recortes de este maravilloso gobierno (entiéndase la ironía de la frase). Como había ido en ayunas y tenía hambre, Emilio me compró unas natillas en la cafetería.

Me pusieron de nuevo anestesia local,  pinchando el ojo como en la anterior operación, y reitero lo de que no es tan fiero el león como lo pintan. El pinchazo no duele más que depilarse un pelo de la ceja con unas pinzas. Más bien al contrario, duele más lo del pelo. Luego creo que pinchan más veces, pero la verdad es que no tengo ni idea, porque de esas sí que ya no te enteras.

Justo antes de empezar, me picó la parte lateral izquierda de la nariz y me rasqué. El doctor me dijo que mejor no me tocara ahí. Tuvieron que limpiar la zona con un algodón. Así que ya sabéis, no os toquéis cerca del ojo si vais a operaros.

En esta ocasión no puedo describir la operación al detalle porque, aunque había una chica allí observando y aprendiendo, las explicaciones fueron breves y esporádicas, como si ya hubieran repetido la misma operación miles de veces. Sí puedo decir que, durante la operación, se ve luz a través del ojo anestesiado,  se ve la lente cuando te la implantan, y se sienten cosas no demasiado agradables, pero tampoco dolorosas. Lo mejor es que la operación pasa muy rápido y, cuando te vas a dar cuenta, ya ha terminado.

La lente elegida al final fue la que me deja con siete dioptrías, para que la graduación sea similar a la del otro ojo y no haya descompensación. Debatimos el tema en la última visita, y luego Ramos habló con Peris, y todos llegamos a la conclusión de que era la mejor opción. Tengo la impresión de que para Ramos poner una lente que no me dejara a cero las dioptrías era casi una ofensa personal, pero como hacerlo conllevaría seguramente operar el ojo derecho para compensarlo, al final decidimos que mejor pájaro en mano que ciento volando: el ojo derecho se queda como está.

Tras la operación, tocó reposo: un día entero con el ojo cerrado, la gasa y la férula sobre él para protegerlo, nada de agacharse, ni de coger pesos, y la cabeza bien alta todo el tiempo. Y dormir boca arriba. Me pasé prácticamente el día entero tirada en la cama sin hacer nada, dejándome cuidar por Emilio, que dice que soy mala paciente pero se queja de vicio :P. La recompensa: dolor cero. Y eso que al irnos del hospital nos dijo una enfermera que, por alguna razón, los jóvenes solíamos sufrir más dolor que los mayores. Yo noté en algún momento que, al mover el ojo, molestaba un poco. Solución: no moverlo. Funcionó, oye. :-) 

Hoy, en la  primera revisión tras la operación, me retiraron las gasas, me limpiaron el ojo y Ramos comprobó la retina, ahora que la puede ver bien, sin catarata de por medio. Sigue bien pegadita en su sitio. El ojo lo puedo abrir con normalidad y sin molestias, pero me han recomendado que, para dormir, le ponga las gasas y la férula para protegerlo de cualquier golpe accidental. Al menos, puedo ponerme en la postura que quiera. Y tengo que poner gotas de Tobradex y Acular cuatro veces al día.

Mi visión ha mejorado algo, pero sigo viendo las cosas distorsionadas, como si estuvieran bajo el agua. Cuando gradúe las gafas veré algo más, pero no me engaño: mi visión de ese ojo ha perdido mucho y no va a ser ni de lejos la que fue. Y eso que no era la bomba, con siete u ocho dioptrías de miopía. Cosas que pasan. Me consideraré feliz si no tengo que volver a pasar por el quirófano, y muy especialmente si mi ojo derecho sigue portándose como un campeón.

Y creo que nada más por ahora. La semana que viene, revisión. Nos vemos entonces. :-)

lunes, 9 de abril de 2012

Dos años después

El día 29 de marzo, a pesar de la huelga, tuve revisión de la vista. Cuando el doctor Ramos me preguntó cómo me encontraba, respondí que no percibo ningún cambio desde la última revisión, hace seis meses. No noto que la catarata haya aumentado, no noto ningún tipo de molestia en el ojo, ninguna mancha sospechosa aparte del borrón habitual... Todo igual por lo que a mí respecta.

El doctor miró la retina y sí, efectivamente sigue en su sitio, estable y sin cambios. Comentó que sería raro que se volviese a caer habiendo transcurrido ya dos años desde la operación, aunque cosas más raras se han visto ya en este blog (y no me refiero a mí, sino a los lectores y compañeros de fatigas que dejan sus comentarios en las entradas). Así que pienso que no está de más seguir, incluso de por vida, con las precauciones básicas de no coger excesivo peso y no competir con los saltimbanquis de los circos. Por suerte para mí, nunca he tenido vocación de saltimbanqui. Intento aplicar el sentido común: bailo salsa, pero no polka. :-) Creo que el intentar conservar la vista bien vale el sacrificio, aunque al final resulte una cuestión más de azar que de otra cosa.

La catarata sí que ha crecido un poco, me dijo. No mucho, pero ahí está, aumentando paulatinamente. Que  decida yo cuándo me opero. Le dije que de momento estoy trabajando y que no quiero ni oír hablar de bajas, si puedo evitarlas, ya que con el ojo derecho me las estoy arreglando muy bien y el izquierdo no me da problemas. Esperaré a que se me acabe el contrato por obra, y cuando esté en el paro buscando otro proyecto en el que meter la nariz, entonces me operaré. Le pareció bien, aunque me advirtió del riesgo de dejar la catarata ahí demasiado tiempo. A la larga, me dijo, parece como que las cataratas se "deshacen" y sueltan algún tipo de arenilla que inflama el ojo, lo enrojece y duele un montón. Si me pasa eso, que corra a urgencias. Le pregunté si eso sería probable que pasase en los próximos seis meses, y me dijo que no, que la catarata aún sería pequeña, pero que no es mala idea que yo esté sobre aviso de los posibles síntomas.

En cuanto a la operación de catarata, y ya que no parece haber burbujas de aceite tras el cristalino ni nada de eso, entraña un riesgo pequeño: consiste en que, mientras en una operación de cataratas normal el cristalino reposa sobre la superficie gelatinosa del vítreo, el mío reposa sobre una sustancia mucho más líquida (debido a la vitrectomía), y, por tanto, menos estable a la hora de servir de sujeción mientras lo manipulan. El doctor no parecía muy preocupado por esto, pero creyó conveniente advertirme.

Añadió, además, el ya conocido problema de la diferencia de visión en los dos ojos. Pero ya no sólo de diferencias de graduación, o de si pongo la lente de tantas dioptrías o no. Me advirtió de que, incluso en el supuesto de que deje ambos ojos sin dioptrías (operando catarata con lente graduada en uno y miopía en el otro hasta dejarlos a cero los dos), la visión del ojo dañado no será tan nítida como la del sano, puesto que he perdido aproximadamente un 50% de visión. El resultado será una imagen del ojo derecho nítida intentando converger con una imagen del ojo izquierdo aproximada, pero borrosa. Eso pondrá las cosas difíciles a mi cerebro, que ahora es feliz porque se limita a descartar un borrón amorfo, pero no será tan feliz intentando separar dos imágenes que se parecen mucho pero que no llegan a cuadrar. Habrá conflicto, y es algo que tengo que ir aceptando. Este efecto lo percibo actualmente, de hecho, si me quito las gafas e intento leer algo a diez centímetros de mi cara. Mi ojo derecho, con dioptrías y todo, a esa distancia lo ve bien; mi ojo izquierdo, el dañado, no. Y con ambos ojos actuando a la vez, intentando enfocar, no puedo leer. Tengo que cerrar un ojo para poder hacerlo, porque las dos imágenes no convergen. Intuyo que lo que prevé el doctor es algo muy similar a esto.

Pero en fin, como dijo Emilio, ya cruzaremos ese puente cuando lleguemos.

El doctor me miró también el otro ojo, el sano. Sigue bien, afortunadamente. No vio zonas demasiado delicadas, nada que reforzar, todo bien. De momento.

Y quedamos en que dentro de otros seis meses tendré la siguiente revisión, salvo que me quiera operar antes, cosa bastante probable si mi contrato se acaba, lo cual también es bastante probable.

Ah, y se me olvidaba: en la óptica sí que me cambiaron gratis el cristal de las gafas. No problem. :-)

Besos a todos y muchos ánimos para los desprendidos. :-)

lunes, 13 de febrero de 2012

Doctor, tengo una catarata en mis GAFAS, ¿es grave?

Este es el estado de mis gafas:



¿Verdad que no es normal? Bah, que yo he llevado gafas toda la vida y esto no me había pasado nunca. Algunos rayoncejos, suciedad acumulada en juntas, patillas flojas, dobladas o sin esmalte... pero ¿esto? Son como microburbujitas que se crean dentro del cristal. La superficie exterior está lisa. Obviamente, la interna no debe de estarlo.

Ha sido gradual, primero la catarata era más delgadita y costaba más verla. Ahora parece el Niágara. ¡Mis pestañas no rayan, lo prometo! Y encima es el cristal de mi ojo bueno. Quiero ir a la óptica donde me las hicieron a protestar, pero como es en Castellón y yo ahora estoy en Santiago, pues sólo me queda quejarme, que dicen que es sano y todo, y esperar. El cristal del ojo malo está perfecto, oiga. Menos mal que, al estar tan cerca del ojo, no me molesta apenas y veo como un pelín nublado en la zona central, pero es que como siga aumentando me voy a dar cabezazos contra las farolas.

Pensando, pensando, he llegado a la conclusión de que tal vez se equivocaron. Cuando hice estas gafas, dejé claro que tenía un ojo por el que no veía nada, el izquierdo. Así que pedí ese cristal de peor calidad, porque lo tendría que cambiar en breve y lo quería barato. El derecho, el del ojo bueno, lo quería súper-mega-guay-de-la-muerte, que para un ojo que tengo, pues aprovecharlo, digo yo. Ahora, me imagino al de la óptica al que le llegó el encargo de poner dos cristales, uno de baja calidad y otro de alta, porque la clienta tiene un ojo chungo. El tío ve que el ojo izquierdo tiene 2 dioptrías, y el derecho 8 o 9. ¿Cuál es el ojo chungo? ¡El de las tropecientas dioptrías, claro! Pero si la clienta dijo que era el otro... Estas clientas andan con un despiste que no saben cuál es la derecha y cuál la izquierda. Anda, anda, ya lo arreglo yo. Y ¡plaf!, me planta el cristal cutre en las ocho dioptrías. Es la única explicación coherente que he encontrado a semejante despropósito de cristal.

Así que nada, ahora tengo dos cataratas en desarrollo: una en el ojo izquierdo, y otra en la gafa derecha.

El mes que viene iré de vacaciones a Castellón y tendré mi revisión de la vista y de mis gafas. A ver qué me cuentan de mis dos cataratas.