sábado, 18 de junio de 2011

Un año después de la extracción del aceite

Parece mentira, pero ya ha pasado un año (se cumplirá dentro de cuatro días, el 22 de junio). Ha pasado rápido, aunque por otra parte me da la impresión de que todo esto sucedió hace siglos.

El miércoles 8 tuve revisión para controlar la tensión ocular tras dejar de poner las gotas de Timoftol. Buenas noticias: la tensión estaba en 18 en los dos ojos, tras dos semanas de dejar el Timoftol en el izquierdo, con lo cual he dejado de ponerlas porque parece que la tensión ya se regula por sí sola.

La retina sigue perfectamente pegada, el doctor pareció satisfecho. No obstante, me volvió a hablar de la catarata y me dijo que tengo una burbujita de aceite de silicona pegada al cristalino, probablemente la causante de la catarata. Esta es muy pequeña aún, pero es de suponer, como ya dije, que en el futuro habrá que operarla si sigue creciendo, y es muy probable que así sea. El doctor me intentó ir mentalizando de que tendré que operar la catarata. Yo le pregunté sobre el riesgo de que se desprendiese la retina durante la operación, y no me lo negó, pero me dijo que habría que operar igual, porque si no, con retina o sin ella, acabaría no viendo nada en absoluto.

Me graduó la vista y se sorprendió de que viese tan mal. Pero es que cómo no voy a ver mal: sin ningún tipo de lente más que mis gafas (que, os recuerdo, tienen en el cristal izquierdo sólo 2 dioptrías de graduación cuando mi ojo ahora necesita entre 10 y 13), con el chisme ese de los agujeros que no sé cómo se llama, con una catarata con burbujita de por medio, y con la pupila dilatada... ¡Así no hay quien vea ná! Y claro, no distinguí ni los primeros símbolos, los más grandes de la primera línea. Ni siquiera distinguí si eran símbolos o letras. Cuando dije que veía una F y una C, el doctor me dijo que tenía sin duda mucha imaginación, y que no sabía por qué veía tan mal si la retina estaba perfecta, y que normalmente hacía falta algún tiempo para que se estabilizase la visión y mejorase, pero que ese tiempo ya había pasado. Me dijo también que no había prisa por graduar las gafas, que el ojo no se atrofiaría (al menos no más de lo que está ya, juas) y que podía graduar más adelante, a ver si aún mejoraba algo. Pero me da que todo lo que va a hacer es empeorar, por la catarata esa incipiente que tengo.

Queda esperar... y ver, jeje, nunca mejor dicho.

El día 26 de septiembre, próxima cita. Y entretanto, me traslado a Santiago de Compostela a por mi tercer largometraje. Con retina o sin ella, profesionalmente me estoy realizando pasito a pasito. :-)

¡Besos a todos!